31 mar 2012

Próximo libro


Ward acaba de confirmarlo: el próximo libro de la Hermandad de la Daga Negra será el de Blay y Qhuinn.

Lo tendremos en 2013, seguramente a principios de año, y será el undécimo libro de la serie. Con este libro, por fin podremos ponerle un final feliz a la historia de Qhuinn y Blay.

Y ahora, como siempre, sólo nos toca esperar.

27 mar 2012

26 mar 2012

Un día más cerca de Lover Reborn


¡Neï es un sol!

Creo que una de las cosas que más me gusta de los personajes de la Hermandad de la Daga Negra es que son tan amplios y tienen sus puntos de vista tan claros que simplemente puedes ir sacando de vuelta a los personajes y poniendo a los lectores al día sobre ellos, explicando cómo progresan las relaciones entre ellos.

John y Xhex tienen un papel importante en este libro, cómo no. Uns de las cosas que más me gusta sobre dónde están ahora, aunque sea un poco difícil de tratar en un principio, es que pisan el primer escalón suelto de su relación. Verlos pasar los distintios períodos por los que pasan las parejas casadas y cómo se sobrepronen a eso es, en mi opinión, parte de un "Felices Para Siempre" creíble.

Creo que la ficción es fantástica y tiene un papel muy importante en mi vida para mostrar las cosas como quiero que sean en vez de como tiene que ser, pero eso no quiere decir que los "Felices Para Siempre" de la serie de la Hermandad sean simples. John y Xhex descubrirán que son aún más fuertes de lo que creían en este libro, así que espero que disfrutéis viéndolos de nuevo.

Un día más cerca de Lover Reborn


Agradecimientos a Neï.

Creo que es importante decir algo sobre la heroína de Lover Reborn. Uno de los temas principales del libro es su naturaleza circular. No creo que se trate exactamente de karma, sino de personas empezando en un punto y luego, a tavés de una cadena de eventos que toma siglos, llegan de nuevo al principio.

Una de las cosas más importantes sobre la hembra de Tohr es que no es "un montón de arcoiris" (la típica hembra feliz) porque nadie se creería eso ni en un millón de años. Ella está en una posición especial que le permitirá entenderlo y es esto lo que le abrirá el corazón de Tohr.

Un día más cerca de Lover Reborn


Agradecimientos a Neï.

Es imposible no hablar de la Banda de Bastardos. Sobra decir que hay que tenerlos en cuenta. Espero que la gente vea un lado diferente de Xcor esta vez, aunque aún tiene tela...

De todas maneras todavía espero convertirlo en un héroe y que haya una redención para él. Veo algún tipo de camino, pero las cosas son como son y él sigue causando problemas por ahora.

ENVY finalista en los premios RITA 2012


ENVY ha quedado finalista en la categoría Romance Paranormal en los premios RITA 2012.

¡Ward está de enhorabuena!

23 mar 2012

Un día más cerca de Lover Reborn


Gracias de nuevo a Neï por el magnífico trabajo.

Otro día más cerca del lanzamiento de Tohr, el 27 de Marzo. Ha habido dos libros en la serie de la Hermandad de la Daga Negra que me han puesto extremadamente nerviosa. El de Tohr es uno y alguien de Cincinnati me preguntó cuál era el otro.

Sentía algo de aprensión a la hora de escribirlo porque muchos fans de los libros se tomaron muy en serio la muerte de Wellsie en Amante Despierto. Mi preocuación era que, sabiendo cómo es la historia y que no puedo cambiarla, fuese posible para la gente creer en esta historia de amor, entender por qué Tohr encontró a otra persona y funcionó para él.

Estoy bastante satisfecha con el final del libro y espero que los lectores también lo estén con la manera en que fluye la historia y los giros que da, no sólo Tohr, sino otra gente. Pienso que la historia combina de una manera especial y muy importante.

22 mar 2012

Un día más cerca de Lover Reborn


Gracias a Neï os dejo con la transcripción del vídeo. Ward no dice nada nuevo: ya sabíamos que Rhage tenía un par de escenas desternillantes.

Bueno, pueees, ya estamos un día más cerca del lanzamiento de Tohr. Y me da la sensación de que tengo a gente acechándome anticipadamente por este libro. Mi cuenta de Facebook está realmente activa y vi una pregunta, justamente hecha ayer, sobre cuáles de los Hermanos van a aparecer en este libro, aunque no tuve tiempo de contestar. Pero bueno, ésta es una serie en episodios así que, incluso si la gente no sale, sabes que están de fondo y que sabrás de ellos más tarde. Y eso me hizo pensar en Rhage, que tiene dos escenas en este libro, ambas me hicieron morirme de risa, así que creo que disfrutaréis viéndolo ¡Un día más cerca!.

20 mar 2012

Citas Diarias de Lover Reborn


Tohr lleva de paseo a Wrath.

—¿Cómo vamos a volver allí?

Tohr gritó la pregunta mientras forzaba la camioneta en otra curva de la carretera. La inclinación lo acorraló como si estuviese en una mesa de café con patas flojas, balanceándole hacia delante y hacia atrás hasta que sintió un poco de náuseas.

Wrath, mientras tanto, estaba jugando a las canicas-en-un-bote, el rey rodaba y agitaba sus brazos para sujetarse.

—¿Hay alguna posibilidad... —Wrath se tambaleó hacia el otro lado y tosió un poco más—. ¿Puedes disminuir... la velocidad de este autobús?

Tohr miró a través del espejo retrovisor. Había dejado la mampara abierta para poder mantener un ojo encima del rey y, gracias al resplandor del salpicadero, pudo ver que Wrath estaba blanco como una sábana. Excepto por la sangre que manchaba la piel de su cuello. Que era roja como una cereza.

—No puedo disminuirla... lo siento.

Citas Diarias de Lover Reborn


Assail y Xcor

Cuando Xcor salió, tenía una automática y, no sin satisfacción, vio que el otro macho retrocedía un poco cuando le reconoció.

—¿Esperabas a un Hermano, tal vez? —preguntó Xcor arrastrando las palabras.

Assail no cerró el hocico.

—Mis asuntos son míos. No tienes derecho a seguirme.

—Mis asuntos son cualquier cosa que yo determine que sea.

19 mar 2012

Citas Diarias de Lover Reborn


Ainss, Tohr...

¿Por qué sus recuerdos no podían traerla de vuelta? Eran lo suficientemente fuertes y lo suficientemente poderosos, un hechizo de invocación que debería haber llenado magicamente su vestido.

Salvo que ella sólo vivía en su mente. Siempre con él, siempre fuera de su alcance.

Eso era la muerte, comprendió. La mayor ficción.

17 mar 2012

Citas Diarias de Lover Reborn


¡Pobre Qhuinn!

Cuando Blay abrió su abrigo de Burberry, el cuello de éste se apartó a los lados y mostró una marca de mordedura en su cuello. Y en su clavícula.

Sólo Dios sabía dónde tendría más marcas...

De repente, Saxton dijo algo que hizo sonrojar a Blay y la risa ligeramente tímida y reservada que le siguió hizo que Qhuinn quisiera soltar la puta pota.

Genial, así que la zorra era un cómico y a Blay le gustaban sus bromas.

Fantástico.

Sep.

16 mar 2012

Citas Diarias de Lover Reborn


Uff, ¿quiénes serán?

—No me quiero ir —dijo ella de forma brusca.

Él contrajo el rostro fuertemente y sus labios soltaron otra maldición.

—Quédate y tendrás un maldito espectáculo.

—Pues... muestrámelo.

Eso captó su atención, sus ojos se clavaron en los de ella y su cuerpo se congeló. Cuando parpadeó, no hizo otro movimiento.

En un tono duro, espetó:

—Voy a hacerme una paja. ¿Sabes que significa eso?...

15 mar 2012

Citas Diarias de Lover Reborn


¡Phury!

Era tan bella, pensó él. Un amanecer que vivía y respiraba... un milagro.

Y no estaba sola, que era lo más apropiado para examinar una joya como ella. A su lado, Phury, hijo de Ahgony, era un muro de protección, con la cara contraida fuertemente, indicando que ella era suya. Incluso tenía una daga negra en la mano... que mantenía discretamente contra el muslo, indudablemente para que la hembra no la viese y se alarmase.

—Voy a dejarte esto —dijo Wrath—, pero si fuera tú, iría con cuidado. Mis muchachos aquí, están un poco nervioso.

14 mar 2012

Citas Diarias de Lover Reborn


Vishous... grrr.

Cuando todo se oscureció, Vishous se desmaterializó encima del tipo, lo empujó hacia abajo y golpeó su cara contra la baldosa.

—Voy a matarte ahora...

—No —ordenó Wrath—. No hasta que sepamos lo que está pasando.

En las sombras, V apretó los dientes y miró ferozmente al rey. Pero al menos no apretó el gatillo. En su lugar, pusó su boca junto al óido del huésped y gruñó:

—Es mejor que lo pienses dos veces antes de ir de nuevo hacia alguna salida.

—Pues hazlo tú mismo —esto sonó como «Puef haflo tú mifmo».

13 mar 2012

Citas Diarias de Lover Reborn


Otra cita... y parece que sigue la acción.

Mierda, su munición no iba a durar mucho más.

Tohr maldijo la falta de opciones, así como el hecho de que no había recibido ninguna respuesta de la Hermandad...

—Lo tenemos controlado —dijo Qhuinn, sin apartarse de la puerta—. Pero necesitamos aquí a los otros Hermanos antes de que intentes salir.

—Ya les he avisado —murmuró—. Están de camino.

Al menos, esperaba que lo estuvieran...

12 mar 2012

Amante Renacido: capítulo 14 por Neï


¡CHICAS! :D WOW ¡CUÁNTO TIEMPO! Primero muchísimas gracias por esperarme, preguntar constantemente por el fic y darme ánimos en general.

Este sábado tengo el último examen así que calculo que al menos tendré un mes y medio de tranquilidad para traerles el fic con más puntalidad.

Ok, pues la vuelta se viene bastante movidita. Si recuerdan nos quedamos con Lassiter brillando como una bombilla y luego estampándose contra el suelo del garaje. En este capi está la explicación que, básicamente, solo trae más problemas para todos.

Hay también un momento bastante amargo con Tohr. El siempre es el chico bueno, pero la gente se olvida de que incluso los buenos tienen un límite. Espero que vean porqué las cosas explotan como lo hacen.

Y luego... *redoble de tambores* confrotamiento Layla-Xhex. Me imagino las caras que deben haber puesto cuando vieron el avance en mi Face. Pues imaginen la mía cuando se me ocurrió. Este es el punto álgido en la transformación de Layla, ojalá todas estén de acuerdo, porque es fundamental para el posterior desarrollo del fic.

En este capi no he incluido a la pareja Real, pero descuiden que sabrán de ellos en el próximo :D

Besos a todas y las dejo leer.

¡DISFRÚTENLO!

Neï.


AMANTE RENACIDO
Capítulo 14. Momento Decisivo.

{Go hard or go home}
****

¿Qué acababa de pasar? Por la Virgen, que alguien le explicara qué cojones acaba de pasar en ese garaje porque lo estaba flipando de lo lindo.

Saliendo de su ensimismamiento, Tohr miró a su alrededor: sus hermanos estaban quietos como estatuas, clavadas en el suelo. Nadie parecía atreverse a dar un paso por miedo a que se generara algún tipo de reacción en cadena de mierda y todos saltaran por los aires o algo parecido.

Sacudió la cabeza y enfocó los ojos en el cuerpo del ángel, a unos escasos tres metros de él. Estaba humeando levemente, pero por lo demás presentaba su brillo habitual y parecía normal. Y una polla normal. Joder, ¿de verdad acababa de ver como el tipo levitaba… sí, levitaba a cinco metros del suelo? Y… mierda, mierda, esa luz había sido sus alas ¿verdad?

Con una maldición viciosa se obligó a sí mismo a acercarse a Lassiter. Cuando estuvo arrodillado a su lado, se giró hacia Xhex un momento. La medio-symphath asintió levemente, tranquilizándolo. Guay, lo último que quería era que el crío se despertara y Mr. Supernova lo friera como una tira de beicon.

Parecía haber perdido el conocimiento. Lo cogió por el brazo para zarandearlo levemente simplemente para soltarlo de un tirón y sacudir la mano siseando. Bien, bien, el puto ángel estaba ardiendo como si lo hubieran sacado de un horno. A eso debía deberse todo el humo que lo rodeaba. Pero si era así ¿cómo podía no estar muerto?

—Joder, así no puedo tomarle el pulso —masculló.

—Aparta —gruñó una voz tras él. Pocos segundos después la mano enguantada de V se cerraba en tormo a su hombro, quitándole de en medio. El Hermano se arrodilló junto a Lassiter y comenzó a descubrir su mano derecha.

—Vishous, ¿qué… —comenzó Tohr con consternación.

—Plumitas y yo tenemos algo en común, él no es el único que puede marcarse el numerito de la bombilla humana.

Con esa súper explicación, acabó de quitarse el guante y cerró los ojos, concentrándose. Al momento el brillo de su mano comenzó a extenderse por todo su cuerpo, creando un halo similar al que rodeaba al ángel. Cuando el vampiro abrió los ojos, Tohr pudo notar como el resplandor salía justo desde detrás de ellos también.

Al sentirse observado, V se giró, clavando sus lucecitas gemelas en él. Le hizo gestos de que se echara a un lado.

—No sé qué puede pasar cuando le toque, lo he hecho otras veces y todo ha ido bien, pero ésta es una situación… particular.

Todos los presentes, Tohr incluido se hicieron a un lado mientras el Hermano bajaba dos dedos muy lentamente hasta la yugular de Lassiter. Nada pasó. Ni haz de luz desintegrador, ni explosión atómica. Tan sólo V contando las pulsaciones del ángel.

—Está vivo, pero no hay jodida manera de determinar el alcance de sus heridas, o si está herido siquiera —comenzó a ponerse el guante de nuevo—. Lo mejor que podemos hacerlo es dejarlo descansando en algún sitio. Cuando se enfríe, claro. Hasta el momento, creo que lo mejor será que nos quedemos aquí vigilándole por turnos y que nos llevemos eso —señaló con la cabeza hacia el niño—, lo más lejos posible de él ¿quién sabe lo que podría pasar la próxima vez? —se sacó un liado y comenzó buscar el encendedor, tras parecer pensárselo mejor acercó la punta del cigarro al brazo de Lassiter y lo encendió.

—¡Vishous! —exclamó Tohr lanzándose hacia él.

El tipo se quitó del camino dando una larga calada.

—Me debe muchas —dijo por toda explicación.

—Si vuelves a…

—¡A CALLAR! —bramó Wrath—. No tengo la menor idea de que ha pasado, lo cual me pondría de mal humor ya de por sí, pero teniendo en cuenta que aparentemente me he perdido todo un numerito angélico la cosa solo empeora —dio un golpe al aparador más cercano—. Mi despacho, cinco minutos. El ángel puede quedarse solo un rato. Xhex, estás invitada y trae al crío contigo, quiero tenerlo a la vista —ironizó a antes de darse la vuelta e irse.

Tohr siguió a Wrath al igual que los demás. Cuando llegaron al vestíbulo las shellans estaban esperándolos junto con Zsadist. Layla se separó del grupo inmediatamente y se dirigió a él.

—¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? —le cogió las manos y él no pudo evitar sisear por el dolor. La Elegida les dio la vuelta y vio varias ampollas. Las pupilas de sus ojos verdes estaban dilatadas por el miedo cuando volvió a mirarlo—. Tohr…

—Estoy bien, nalla¸ tengo que subir con los demás al despacho de Wrath en cuanto salga te lo contaré todo, no te preocupes…

A la mierda con que no se preocupara. Ella o cualquiera de las shellans en ese caso. Xhex salió con John pegado a sus talones, llevaba al crío Symphath en brazos, aún inconsciente. Todas las hembras la siguieron con la mirada y luego se giraron hacia sus machos.

—Ahora no, Layla —tomó su rostro entre las manos y le dio un largo beso—. Ve a nuestra habitación o quédate con las demás, como quieras. Te buscaré cuando la reunión acabe.

Se giró y salió disparado hacia las escaleras, subiendo los escalones de dos en dos. Su mente volvía una y otras vez a Lassiter. Joder, el tipo le había provocado muchas cosas: risa, furia, aburrimiento, ganas de matarle. Pero ¿miedo? No, hasta hoy nunca había sentido eso ¿viéndolo ponerse todo angélico? Mierda, le había hecho darse cuenta de que no era alguien con quien jugar o de quien mofarse. El tipo de poder que acababa de ver era del tipo capaz de aplastarlos a todos en un parpadeo. Suponía que se les había olvidado que Lassiter era eso: un ángel. Un puto ser divino, un inmortal que era más antiguo que todos ellos y con el que realmente no sabían a qué atenerse.

Aún se maldecía en voz baja cuando entró al despacho. Habían colocado al niño cuidadosamente en el enorme sofá que solía ocupar Rhage y la shellan de John se sentaba junto él sin quitarle el ojo de encima, tocándole la frente levemente con la yema de los dedos de vez en cuando.

Tohr miró a John, pero el muchacho rehusó su mirada y él se encogió de hombros. Ahora no era el momento de resolver ningún tipo de pelea familiar. Se colocó junto a Wrath como siempre y cuando el último hubo entrado, cerró la puerta tras de sí.

El Rey movió la cabeza hacia la dirección general en que estaba Xhex y preguntó:

—¿Algo que decir sobre esto?

—Sí, que deberías llamar a Rehvenge.

—Dime algo que no haya pasado ya —gruñó él en respuesta.

—El crío está muy confuso. Cuando entro en su mente, capto retazos de un lugar desconocido, de caras desconocidas, pero es como si solo hubiera imágenes y todas las ideas que las acompañan se hubiera esfumado de su mente.

—¿Crees que puede tener algo que ver con lo que pasó en el garaje? —preguntó Tohr.

La medio-symphath se negó a mirarle y contestó a Wrath directamente.

—Le he sumido en un sueño reparador con la intención de que se cure por su cuenta, pero es un symphath, no puede pasar inconsciente mucho tiempo o su mente se atrofiará —explicó—. No tengo la menor idea de si la conexión que se estableció allí abajo puede haber sido la causante del daño, pero no me extrañaría.

—¿Conexión? —el Rey alzó una ceja.

—Sí, cuando llegué el chico había conectado su mente con la del ángel, aunque todo sea dicho no se parecía a ninguna que hubiera visto con anterioridad, pero…

Las puertas dobles del despacho se abrieron cortándola a mitad de oración y Rehvenge entró en la habitación. Xhex le puso al corriente de la situación en pocas palabras. El macho no parecía sorprendido del estado del niño.

—La noche en que Z y Tohr fueron atacados tuve que evaluar quién sería el más adecuado para acercarse al Symphath. Lassiter me aconsejó que no le echara un vistazo a su cabeza me dijo que los mortales no estamos hechos para saber algunas cosas y que muy probablemente destruiría mi psique.

Todos miraron hacia el sofá con renovado interés.

—O sea, que nunca vamos a enterarnos por qué cojones el chico estaba aquí porque el contacto con el ángel le ha freído las neuronas —sintetizó Butch.

—Muy probablemente —dijeron Xhex y Rehv al unísono.

—Pero —siguió el macho—, por lo que he podido notar, Xhex ha hecho un trabajo muy bueno, uniendo las partes de su conciencia antes de dormirlo, con algo de suerte no se quedará vegetal de por vida.

—Suerte es algo que no solemos tener, Reverendo —escupió V usando el antiguo apelativo del medio-symphath.

—De puuuuta madre, así que solo nos queda esperar a que alguno de los dos se despierte ¿eh? —preguntó Wrath mientras se masajeaba las sienes.

—Eso y sacar al ángel de la mansión —añadió Xhex.

—¿Qué? —saltó Tohr mirándola con incredulidad.

—No creo que sea seguro tenerlos a los dos en el mismo sitio, por muy separados que estén y como el chico no tiene ningún lugar a donde ir —siguió ella sin mirarle.

—Mi Señor, el ángel está herido no podemos darle la espalda ahora, no después…

El Rey le paró levantando un dedo ante sus narices.

—Para empezar, no tenemos ni idea de si está herido, por lo que a nosotros respecta podría levantarse sólo con un dolor de cabeza o incluso con las pilas recargadas… o la Virgen sabe cómo. No es seguro que estén cerca. Pero tampoco podemos darle la patada al Sr. Bombilla, por mucho que me pese decirlo.

Tohr se encontró suprimiendo una sonrisa.

—¿No hay alguna manera de aislar al chico o de anularlo? —se dirigió a Rehvenge, ya había desistido de intentar que ella le hablara.

El macho lo sopesó por un momento, luego miró a Xhex como si ambos recordaran algo a la vez, aunque el dolor que el recuerdo pareció traer a los ojos de la hembra fue como una puñalada directa al estómago para cualquiera que la mirara. Rehv suspiró.

—Hay una manera. Si construís un sarcófago de hierro, sus ondas mentales no serán capaces de atravesarlo. En el caso de que sea lo suficientemente ancho, claro.

—¿Cuánto de ancho? —pidió V que debía estar prácticamente dándole forma a la cosa en mente de herrero.

—Unos diez centímetros deberían sobrar —contestó Xhex con un encogimiento de hombros—. Con respecto a lo de que sea un sarcófago, jaula sería mejor. Y no puede tener ventanas.

—No me digas, Sherlock —le gruñó V que sentía una antipatía por ella que nadie podía explicar.

—Te digo, gilipollas —escupió ella—, que no intentéis utilizar este truco con ningún symphath que no sea un niño. Su telepatía simplemente haría que las moléculas de hierro entraran en resonancia y que todo volara por los aires. Créeme —su tono, afilado y dolorido, dejaba bien claro que lo sabía por experiencia.

—De acuerdo —Wrath se puso en pie—. Vishous a la herrería; Tohr y Rhage a montar guardia junto al ángel; Phury ocúpate de las hembras; Vosotros —miró a Xhex, Rehv y John—, haceos cargo del chico; los demás, a la puta calle —los echó señalando hacia la puerta.

Todos salieron del despacho dirigiéndose a cumplir con las órdenes varias. Rhage se acercó a Tohr y bajaron juntos las escaleras.

—Menuda mierda, tío, le había dicho a mi Mary que me reuniría con ella en cuanto saliéramos de la reunión. Con todo esto estaba bastante agitada —su guapo rostro era una máscara de preocupación.

—Yo también le había dicho a Layla que nos veríamos, pero el deber nos llama.

Marcharon juntos hacia el garaje, dejando a los demás atrás.

—Hace mucho que no nos ponían de pareja, ¿eh, guapo? —Rhage se acercó y movió la cadera para darle un empujoncito.

—Déjate de rollos, Hollywood —se quejó sin poder contener la risa—. Y sí, hacía mucho tiempo que no éramos equipo —especificó.

Tohr giró el pomo de la puerta del garaje. Estaba todo oscuro, la energía de Lassiter había reventado las bombillas. Pasó y Rhage le siguió. Cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra masculló como un camionero drogata.

—¡Me cago en su puta madre!

Ni rastro de Lassiter, sólo una mancha negruzca en el suelo.

****


Wrath esperó mientras escuchaba como los demás salían de la habitación. Tal y como esperaba, Xhex y sus “acompañantes” se quedaron los últimos para hacerse cargo del niño.

—Xhexania —dijo con todo el respeto del que fue capaz, sabía que tratar con la hembra podía ser espinoso—, no te vayas aún, tengo que hablar contigo.

Pudo sentir los ojos de la medio-symphath fijos en él y luego un silencio incómodo se instaló en la habitación. Ya había empezado a aclararse la garganta cuando…

—John puede escuchar lo que sea que tengas que decirme.

Wrath ni se inmutó, se esperaba algo así, no por nada era una hembra emparejada. Por eso mismo había querido hablar con ella ¿maniobra de distracción, gracias? ¿Quién decía que los machos no podían ser sutiles?

Cuando le pidió a su hembra que se quedara, contó con que John lo haría también. Ahora, Rehvenge sí que era un par de orejas innecesarias.

—Rehv, por qué no nos esperas en mi cuarto —pidió Xhex.

Una vez seguro de que no había moros en la costa, les expuso en tema lisa y llanamente. Al estilo Real.

—Me tenéis hasta los huevos.

Dos resoplidos casi simultáneos y un chillido casi demasiado femenino.

—¿Perdona?

—Eso, que me tenéis hasta los huevos. John, te estás comportando como el crío que eres —se giró hacia su shellan—, y tú, que luego no digan que no todo lo malo se pega ¿a qué coño ha venido todo el numerito de adolescente-descerebrada-mírame-no-te-hablo que te acabas de marcar? —la escuchó tomar aire para interrumpirle y alzó una mano—. No, me importan una mierdas tus “porques” lo que quiero es una disculpa y un arreglo para todo este infantilismo.

—No voy a quedarme parada sin más viendo como le hace daño a mi hellren con su insensibilidad —gruñó la hembra—. El primero que debe una disculpa es él.

—¿Tohr? ¿Disculparse? Por qué exactamente, por sacar a John de la miseria humana en la que vivía, por enseñarle su verdadera naturaleza de manera que tuviera posibilidades de pasar la transición y sobrevivir, por darle una familia durante todo el tiempo que pudo… nah, ya sé: por sacar huevos de Dios sabe dónde, plantarle cara a la perra que tiene por vida y volver a ser el padre que este niño —señaló en dirección al macho—, nunca ha tenido.

Cerró el pico, dejando que asimilaran sus palabras poco a poco.

—Sí, Tohr la ha cagado muchas veces, hijo —ahora sí que se dirigía a John, lo que en realidad había sido su objetivo desde el principio—, pero no sé si te ha dado por preguntarle sobre su padre alguna vez. Hharm no era exactamente la clase de tipo que le arropaba antes de irse a la cama, ¿capicci? —se inclinó hacia él a través del escritorio—. Ya le has dado la espalda una vez, plantéate si el volverá a abrirte los brazos si se la das una segunda. Y si todo el miedo que te hace comportarte de la manera en que lo estás haciendo, vale la pena perderle.

****


Lass se presentó ante Nigel con un cabreo de tres pares de cojones. Nada de “pedir cita previa”. No esta vez. Transportó las moléculas de su bonito culo angélico justo delante de las narices de su superior mientras éste tomaba el té con el resto de sus amigos repipis.

—¿Por qué cojones no me lo dijiste, Nigel? —le gruñó.

El tipo ni se dignó a levantar la cabeza de su taza de té, sus pestañas aletearon un momento mientras saboreaba y una voz clara dijo en su mente:

No pienso dignarme a contestarte mientras sigas con esos modales.

De formas que ésas teníamos… con un rugido, levantó la mesa, arrojándola, junto con todos sus contenidos, por el aire. Tarquino, el perro de Byron, le gruñó desde los pies de su amo, pero lo ignoró. Collin había empezado a levantarse, pero Nigel lo sostuvo por el brazo.

—Eso ha sido totalmente innecesario, Lassiter.

—Oh, vaya —contestó con fingida sorpresa—, así que realmente conoces el significado de la palabra “necesario” ¿por qué mierda no pensaste en ella cuando se te ocurrió no darme la información sobre esa subespecie vampira?

—Se llaman Symphaths —pronunció con cuidado.

—Me importa una mierda. Casi me mata —se acercó un paso más a Nigel, la rabia brillando como el sol tras sus ojos blancos.

—Tú no puedes morir —el arcángel desechó su comentario con la mano.

—Que toda mi esencia angélica se hubiera desintegrado y quedado esparcida por el cosmos se asemeja bastante a morir, ¿no te parece?

—La verdad es que no tengo ni idea —Nigel simplemente se encogió de hombros.

Cabrón arrogante, pensó Lass.

—Si vuelves a dirigirte a mí de esa manera, te largas de aquí —esta vez la voz del tipo era más seria.

—¿No te enseñó tu mamá que es de mala educación escuchar los pensamientos de los demás? —respondió con una sonrisa salvaje.

—Yo no tengo madre.

Lassiter rodó los ojos y bufó:

—Es una manera de hablar. Y ahora ¿por qué no me dijiste que los… Symphaths nos afectaban de esa manera?

—Porque no estaba seguro.

—Y una mierda. Tú lo sabes todo, aquí arriba eres casi omnisciente así que no me vengas con mierdas de que no lo sabías. Me ocultaste esa información deliberadamente y quiero saber por qué.

—Vuelvo a repetirte que no estaba seguro de si el chico te afectaría, había oído historias parecidas, pero nada concreto.

—Así que decidiste utilizarme de conejillo de indias —la mirada de Nigel fue toda la respuesta que necesitó—. De puta madre. Pues ahora explícame qué fue lo que pasó.

Nigel chasqueó los dedos y la mesa de té volvió a su lugar junto con todo lo demás tal y como estaba antes. Se tomó si tiempo sirviéndose una nueva tasa con una pastita.

—Aparentemente las ondas telepáticas producidas por los Symphaths afectan algo en nuestra esencia angélica.

—¿Algo?

—Sí, algo. No sabemos qué exactamente. Pero lo que es peor, actuamos como imanes a su alrededor. Cualquier symphath en un radio de tres a cuatro metros nos afecta, ya sea a modo de ataque o no. Naturalmente el efecto es mucho peor si deciden atacarte, pero su capacidad telepática te afectara de manera activa o pasiva. Aparentemente puede pasar incluso si están durmiendo.

—De putíiiiisia madre. Pues resulta que no sé si sabes que mi protegido está hasta el cuello en una nueva guerra contra estos seres ¿cómo se supone que voy a ayudarle o protegerle? Aquel symphath del callejón no me afectó primero porque estaba demasiado lejos y luego porque estaba muerto ¿verdad? —el arcángel asintió y él se pasó los dedos por el pelo—. Tiene que haber alguna forma de protegerme de ellos.

—No que yo o nadie sepa —Nigel se encogió de hombros.

—¿Y qué esperas, que tire la toalla así como así? Ni de coña, no con todo el trabajo que llevo hecho con Tohrment.

—No he dicho eso, seguirás como su guardián con Symphaths o sin ellos.

—Solo soy un daño colateral para vosotros ¿no?

—Tampoco he dicho eso, pero es necesario asegurar la supervivencia del vampiro —se terminó su té—. No te aflijas, Caído, intentaré ver qué puedo hacer por ti. Es probable que el Creador sepa algo que pueda ayudarte.

Los ojos de Lassiter se abrieron infinitesimalmente. Nigel podía contactar con el mismísimo Creador. El bastardo.

—Pero que sea rápido. Esta guerra… se acerca a su clímax lo siento en el aire y si no estoy ahí para ayudarles, entonces…

Lo siguiente que supo fue que sentía la vorágine que anticipaba la vuelta de su ser a la Tierra ¡el muy cabrón se libraba de él así como así!

No te preocupes, Lassiter, la ayuda llegarḠsonó distante la voz de Nigel. Conforme las palabras se desvanecían se encontró en el último lugar en el que recordaba haber estado: el garaje. Pero estaba vez no había ningún niño gritón destroza-cabezas. Sino un Tohrment muy cabreado y toca-pelotas.

—¡¿Dónde mierda has estado?!

****


Tohr se quedó mirando a Lassiter, que había aparecido de la jodida nada en medio de una gran explosión brillante de mierda justo delante de él, esperando una respuesta. El tipo traía cara de que le hubieran pateado los huevos veinte veces seguidas. En serio, pocas veces le había visto de tan mala hostia. Pero bueno, teniendo en cuenta la nochecita que llevaba él tampoco estaba tirando cohetes de colores. Se puso las manos en las caderas y siguió esperando.

El cabrón se dio la vuelta sin más y se piró. Le dio la espalda. Háblale a la mano. Abrió la puerta lateral del garaje y salió al jardín. Tohr bufó y fue tras él, pisándole los talones y Rhage siguiéndole sin saber muy bien qué hacer.

El ángel echó andar hacia adelante como alma que lleva el diablo, parecía que lo único que quisiera fuera librarse de él. Y eso le tocó las pelotas. La shellan de su hijo no le hablaba, su hijo no le hablaba ¡y ahora su jodido ángel guardián, o lo que cojones fuera, tampoco le hablaba!

Eso era la gota que colmaba el vaso en una noche de mierda que le tenía los nervios como escarpias.

Concentrándose brevemente se desmaterializó justo delante de las narices del angelucho y le apoyó las manos en el pecho para frenarlo.

—Mira, no sé quién carajo os creéis todos vosotros que soy para pensaros que podéis ignorarme cómo y cuándo os salga de la polla. Pero te voy a contar un secretito: el tipo bueno está empezando a cansarse, así que suéltalo ya, Lassiter.

El ángel ladeó la cabeza, casi como si lo que le estuviera diciendo le importara una mierda. Luego lo agarró por los hombros y con una fuerza total y absolutamente sobrenatural lo lanzó a unos cuatro metros de distancia de él.

Tohr aterrizó dolorosamente sobre sus lumbares y la cabeza le rebotó en el césped a continuación, mareándolo. Cuando pudo incorporarse le lanzó una mirada asesina mientras su cerebro intentaba procesar que Lassiter realmente lo había agredido. La única persona que se suponía que tenía que cuidar de él acababa revolearlo por los aires como un jodido saco de patatas, humillándolo delante de uno de sus hermanos que lo miraba todo sin saber si actuar o no.

Pero las cosas fueron a peor. John y Xhex aparecieron por la puerta… junto con Qhuinn y Layla. No sabía qué mierda hacían esos cuatro juntos, pero la combinación fue más de lo que su cerebro podía asimilar. Se puso en pie mientras intentaba manejar la ira que empezaba a recorrer sus venas como el si fuera el puto volcán Etna a punto de entrar en erupción. Joder, por un momento habría jurado que su vista se volvía roja.

Lassiter las pagaba con él sabe Dios por qué, el chico al que había adoptado como si fuera su propio jodido hijo se aliaba con su maldita compañera para hacerle el vacío, por segunda vez. Y ahora encima la hembra a la que albergaba esperanzas de amar por sobre todas las cosas parecía tener a un gilipollas de ojos dispares pegado al culo las veinticuatro horas del día.

La tensión en el aire podía cortarse con cuchillo. Comenzó a retroceder antes de que hiciera o dijese algo de lo que pudiera arrepentirse más tarde. La rabia era una cabrona que te traicionaba a las primeras de cambio. Y a la que era muy difícil ponerle freno.

—Tohr… —Layla comenzó a avanzar hacia él y el macho vinculado en su interior se apaciguó.

Hasta que vio la mirada que le dirigieron John y Xhex. No era odio, no, desde luego no era para tanto, pero fue suficiente para hacer que la hembra frenara en seco y durara durante unos segundos. Y suficiente para que Qhuinn la colocara protectoramente detrás de él.

Pero lo que lo gatilló todo fue que ella se quedó donde estaba. Dejó que el crío la protegiera.

Se suponía que ese era su puto trabajo.

Rugió. Rugió toda la frustración por la imbecilidad de la gente que le rodeaba, porque ahora mismo sentía que simplemente se había hecho ilusiones de que las cosas podían ser distintas, porque se dio cuenta de que el agujero en su pecho no se había cerrado del todo. ¿Y sabes qué? Puede que jamás lo hiciera.

John le miró sus ojos duros hace unos momentos, ahora estaban llenos de dolor. Le leyó los labios: padre.

Todo era una gran mentira: la vida, ellos, ella. ÉL.

—¡DEJADME TODOS EN PAZ!

Con un estallido se desmaterializó delante de sus narices. Y no fue capaz de ver las caras horrorizadas de John y Rhage, que revivían otra noche en que Tohr había explotado, desapareciendo de sus vidas de repente.

La noche que Wellsie había sido asesinada.

****


Layla llevaba horas buscando a Tohr. Se había recorrido la mansión de cabo a rabo unas tres o cuatro con la esperanza de que su macho apareciera por arte de magia o algo así. Podía sentirlo en su sangre. Y estaba lejos. Muy lejos.

Se pasó las manos por el pelo con fuerza intentando apaciguar su nerviosismo. Y lo peor era saber que no podía salir a buscarle. El eco de su sangre en sus venas le daba una idea aproximada de dónde estaría, pero una vez saliera de la mansión y se desmaterializara en la dirección que creía que él debía estar… se encontraría sola en medio de la ciudad, rodeada de una especie que, como Elegida, le resultaba prácticamente alienígena. Nunca había tenido contacto con humano.

—¡Joder! —gruñó dándose un tirón de pelo. Sencillamente no tenía las capacidades necesarias para ir en busca de su macho. Muy probablemente se perdería y hasta podría ser lo suficientemente estúpida como para que de alguna forma el amanecer la pillara fuera. Lo único que Tohr necesitaba era otra shellan muerta.

Aunque no es que ella fuera su shellan, claro.

—Aún —masculló mientras se disponía a dar el quinto recorrido por la mansión, esta vez empezaría por el gimnasio.

Una vez se hubo dado cuenta de que era una buena para nada incapaz de salir a por él, había corrido a pedirle ayuda al Rey. Resultó que John y Rhage se le habían adelantado. El gigante rubio traducía los signos del otro macho lentamente y con cierta dificultad para Wrath. John le estaba pidiendo permiso para traer de vuelta a Tohr él sólo, sin ayuda de Qhuinn o de cualquier otro.

El Rey era claramente reticente, pero finalmente cedió a que fuera a por él. Aunque solo le dio tres horas a solas para buscarle, después de ese tiempo o volvía a la mansión con las manos vacías o llamaba refuerzos. Que estuviera sólo más tiempo era demasiado arriesgado.

Rhage le dedicó una sonrisa cálida al salir de la habitación, pero los ojos de John… estaban muertos. Bendita Virgen, esto iba a mucho más allá de que simplemente temiera que ella remplazara a Wellsie…había algo que ella no sabía. Algo había pasado en la última media hora que le había dejado en ese estado. Mierda, no sabía qué demonios podía hacer, así que dejó que su cerebro hiciera lo que le diera la gana.

—John, yo le amo.

¡Bing, bing, bing! Diez puntos para la hembra más idiota del mundo. Lo último que el macho debía querer escuchar eran gilipolleces pastelosas saliendo de su boca teniendo en cuenta que no quería verla cerca de Tohrment.

Pero en vez de enseñarle los colmillos… o arrancarle la cabeza, se limitó a asentir secamente y a hacer unos cuantos gestos elegantes con las manos que la dejaron pasmada.

—Dice que lo traerá a casa —tradujo Rhage que se había quedado mirando a John, como si quisiera asegurarse de que no hacía ninguna tontería.

—Lo sé, Guerrero —le respondió ella en la Antigua Lengua mientras le hacía una corta reverencia.

Pero aquí seguía ella dos horas después sin tener la más mínima noticia de su macho. Suspiró. Como había dicho antes, empezaría la quinta ronda por el gimnasio. Recorrió los corredores inmersa en sus pensamientos. Casi había tirado la toalla, Tohr volvería cuando quisiera, ni antes ni después y a ella solo le quedaba esperarle. Seguro que estaba bien, sí… Virgen Santa, si le había pasado algo…

Empujó las puertas dobles de la sala de entrenamientos… y la olió antes de escucharla. Hembra. Hembra fuerte, luchadora, dándolo todo. Alzó los ojos hasta el tatami: en ese momento Xhex descargaba una patada giratoria contra el saco que era lo suficientemente fuerte como para levantarlo casi en ángulo recto. Cuando volvía hacia ella aprovechó la inercia para descargar un gancho de izquierda contra un lateral girándolo de manera que quedó perfectamente alineado con su mano derecha. En ella sujetaba una tosca daga de madera que manejó con destreza absoluta contra el saco.

¿Resultado? Cualquier cosa a la que le hubiera hecho eso estaría muerta. Más que muerta.

Cuando hubo terminado la cadena de movimientos la hembra levantó la cabeza, prácticamente perforándola con sus ojos grises.

—¿Vas a quedarte ahí mirando o a pelear?

Pelear… la palabra resonó con un eco extraño en su cabeza. La sacudió.

—Sigo buscando a Tohr, esperando a que aparezca en alguna parte de la mansión.

Ella le dio la espalda con desdén, comenzado a descargar una serie de puñetazos rápidos sobre el saco, moviendo las caderas para ganar impulso y aumentar el impacto.

—John me ha mandado un mensaje hace unos quince minutos. Lo ha encontrado y están bien —dijo como si nada.

Layla sintió un sentimiento casi desconocido abrirse paso en su interior: ira. Quince minutos, quince minutos de mierda. Ése era el tiempo exacto que hacía que la hembra que tenía frente a ella sabía que el amor de su vida estaba bien no muerto en un callejón. Y no se le había pasado por la jodida cabeza decírselo, ni se había parado a pensar sobre cómo estaría ella. No le importaban un carajo los sentimientos de los demás.

—Puta egoísta —le gruñó lo suficientemente alto para que la oyera.

Una parte nueva en ella había tomado el control. Las hembras formaban parte de la vinculación y podían ser tan agresivas sobre sus machos como ellos mismos.

Xhex se paró en seco y le dirigió una mirada a medias entre la sorpresa y lo que prometía ser un cabreo monumental.

—¿Qué acabas de decir? —preguntó con tono amenazador.

Layla no pensaba, era puro instinto mientras avanzaba los pocos metros que la separaban del tatami. Y de la persona a la que, ahora mismo, deseaba con todas sus ganas partirle la cara. Se arremangó la túnica mientras llegaba y se detuvo a centímetros de la otra hembra. Su respiración estaba agitada, su cuerpo en tensión. Nunca había estado en una situación como ésta, pero no había lugar para el miedo.

—He dicho —repitió con mucha claridad—, que eres una puta egoísta. Y además te importan una mierda los demás, cómo puedes no haberme avisado de que él estaba bien —le dio un empujón—. ¡Sabías que lo estaba buscando por todas partes!

Xhex abrió bastante lo ojos cuando el empujón la hizo trastabillar un poco hacia atrás. Naturalmente ni se amedrentó. Contó mentalmente hasta diez antes de ir a por Layla de tal manera que le haría falta cirugía para que le recompusieran su cara de muñequita.

—No, no lo estabas buscando. Mi hellren sí que lo hacía —dijo enfatizando claramente quién era la emparejada—. Tú simplemente dabas vueltas como la inservible que eres por toda la jodida mansión, como si el que vagaras como un alma en pena fuer a traerlo de vuelta —le clavó un dedo en el pecho—. Es mi macho el que está ahí fuera exponiéndose a un peligro potencial para traerlo de vuelta. Así que, puta —escupió devolviéndole el insulto—, no vengas a hablarme de egoísmo.

Le recordó ligeramente al simple acto de apagar a una luz. Un suave click sonó en su cabeza, como si todo lo racional en ella se apagara y el animal, que ya había salido a la superficie en otras ocasiones, tomara el control.

Layla rugió y se lanzó a por Xhex. No tenía la más mínima experiencia en peleas, pero eso no significaba que no hubiera visto a machos luchar o incluso la tele. De manera que lo último que Xhex debía de esperarse era que le lanzara un croché tan fuerte que le dio vuelta la cara y le crujió unas cuantas vértebras. La Elegida aprovechó la ventaja de la sorpresa para tirarse literalmente sobre la hembra estampándola contra el suelo. Cuando vio su cabeza rebotar violentamente contra el tatami le siseó satisfecha, exponiendo unos colmillos de por lo menos diez centímetros.

Claro que el cabezazo de Xhex en plena nariz cortó cualquier otro pensamiento. Solo le quedó el dolor. Nunca antes había sentido algo así, joder, nunca le habían levantado la mano. Lo ignoró mientras su mente volvía a Tohr, al miedo por él a lo inservible que se sentía por no poder ayudarle.

Mientras estaba distraída, su contrincante se desembarazó rápidamente de ella y se puso en pie de un salto. Layla apenas tuvo tiempo de apartarse del camino de la patada dirigida directamente a sus costillas. Pero ahora estaba tumbada cuan larga era en el suelo y todos sus instintos le gritaban que era una posición en la que estaba altamente desprotegida, tenía que hacer algo. Con un grito agarró el pie de apoyó de Xhex mientras su otra pierna aún estaba en el aire y tiró tan fuerte como pudo. Esta vez la hembra cayó boca abajó y se escuchó un sonoro crujido.

—No tienes ni puta idea —comenzó mientras se limpiaba la nariz y se tiraba sobre ella, cogiéndole del pelo y tirando hacia arriba en un doloroso ángulo—, de lo que frustrante que es no poder ir a buscarle, de ver que cómo tú dices soy una buena para nada en este mundo ¡DE NO TENER UN LUGAR! —rugió mientras le estampaba la cara contra el tatami de nuevo.

Bajo ella, Xhex no se movía, es más, parecía que su pecho ni siquiera subía y bajaba. Layla sintió como su mente se despejaba un poco y registraba la situación: ella sentada a horcajadas sobre la espalda de un de las shellans, su túnica arrugada y sus manos manchadas con la sangre de la hembra. Tomó aire en un agudo hipido entrecortado y se apartó todo lo rápido que pudo.

—Oh… oh, Virgen… yo…

En cuanto se hubo quitado, Xhex giró quedando boca arriba. Permanecía con los ojos cerrados y su respiración era lenta y profunda. Oh, Dios si le había hecho daño de verdad…

—Layla —llamó la hembra con voz rasposa, la sangre le resbalaba por la comisura de la boca y la punta de la nariz le apuntaba hacia un lado. La Elegida se acercó enseguida—. Pegas como una niña —terminó ella.

El puñetazo fue tan duro e inesperado que Layla quedó K.O

****


—Despierta, joder no debería haberte dado tan fuerte, vaaaamos, despierta no seas mariquita.

La voz de Xhex le llegaba como muy de lejos, pero las palmaditas, no justamente suaves, en su cara sí que las sentía bastante bien. Movió la cabeza como pudo y el mundo le dio vueltas así que decidió quedarse quieta.

—No, no, no. Si no haces un esfuerzo por levantarte te vas a quedar ahí tirada sintiéndote como la mierda indefinidamente, así que vamos.

Mierda con la hembra ¿no podía dejarla en paz que tenía que intentar incorporarla? Layla gruñó y se agarró la cabeza con las manos. Joder, hasta eso le dolía. Un repentino recuerdo del puño de Xhex estrellándose contra su sien derecha le dijo el por qué.

—Tú… ¿tú me has dejado K.O?—dijo en un tono que hasta a ella le sonó histérico.

La otra hembra desechó sus palabra con un movimiento de la mano y le puso un dedo justo frente a los ojos.

—Tú empezaste. Ahora, sigue mi dedo —cambió un dedo por tres—. ¿Cuántos ves?

—Tres —le contestó sin problemas y luego apartó la mano de su cara—. Yo nunca te hubiera hecho daño de verdad —le recriminó.

—Porque no podrías —sentenció Xhex.

Layla sintió una punzada de la ira que la había envuelto antes y descubrió los colmillos ligeramente, enfrentando la mirada gris.

—No me conoces.

—No, es verdad, pero he tenido suficientes peleas como para saber mínimamente qué esperar de mi oponente —se encogió de hombros—. Aún así, te dejé K.O porque no quería arriesgarme a estar infravalorándote. Estabas cabreada de verdad y por tu macho. Eso nunca es cosa buena, le puse fin antes de que pasara algo de lo que todos nos arrepintiéramos.

Asimiló las palabras de Xhex y luego advirtió su nariz a ojos vista rota.

—Yo… lo siento y gracias. Supongo —se llevó la mano a la cabeza, masajeándose el punto dolorido—. Nunca antes me había peleado con nadie, nunca me habían pegado.

—Pues para ser la primera vez lo has llevado bastante bien. Sinceramente, cuando te di la primera vez estaba segura de que no ibas a levantarte ¿Cuándo no tardaste ni cinco segundos? Me di cuenta de que esto podía ponerse feo.

Layla rió amargamente, porque la otra opción hubiera sido ruborizarse por lo que estaba escuchando.

—Venga ya, no tengo ninguna posibilidad contra ti. Te he visto pelear antes, alguna de las veces que he pasado por el gimnasio —se lo pensó antes de añadir lo siguiente, pero bueno, creyó que sería una buena “disculpa”—. Siempre me diste mucha envidia.

Xhex alzó las cejas y luego movió la cabeza. Al final sus duras facciones dieron lugar a una sonrisa socarrona. Se sentó en el tatami junto a ella, imitando su postura con las piernas cruzadas.

—Me han dicho muuuuchas cosas, pero desde luego ninguna hembra había envidiado mis habilidades de lucha antes.

—Bueno, seguramente porque ellas tendrán otras cosas que ya se les darán bien. Como mínima supongo que podrán moverse por la ciudad sin perderse, yo ni eso.

—No es eso. A todas ellas les da miedo el dolor —se encogió de hombros Xhex.

Layla asintió, pensativa, luego respondió.

—Puedo entenderlo, pero… el dolor físico es pasajero, se va con el tiempo. Es más fácil sobreponerte a él. Mi “sufrimiento”, por así decirlo es diferente.

Notó que Xhex se tensaba enseguida. Mierda, ya había metido la pata. Debería haberse dado cuenta de que no era el tipo de hembra con la que podías ponerte a tener conversaciones filosóficas ultrapforundas sin más. Si se abría a ella no haría más que ponerla incómoda.

—Yo, lo siento… no pretendía ponerte incómoda….

—Dos cosas —la cortó ella simplemente—, primero deja de decir que lo sientes, los Guerreros son fuertes. Segundo, no seas tan abierta con gente que apenas conoces, un Guerrero es una fortaleza.

Se quedó rumiando sus palabras. Una idea comenzaba a tomar forma en su cabeza, pero estaba segura de si ponerla en palabras sería lo mejor. Si ella aceptaba… Sagrada Virgen, prácticamente sería el comienzo de una vida nueva para ella: poder valerse por sí misma, ayudar en la Guerra…

Xhex le dio un puñetazo en el hombro, Layla reprimió el quejido y ni mostró que en realidad le había hecho un poco de daño. Por algo se empezaba, ¿no? La hembra examinó sus ojos en busca de una reacción y pareció satisfecha de no encontrar ninguna.

—¿Qué? —dijo Layla.

—Suéltalo ya, lo que sea que estés pensando.

Tomó aire y luego dijo de un tirón, sin apartar la mirada:

—Enséñame a pelear.

Xhex parecía esperárselo, porque sus labios se expandieron en una sonrisa que mostraba los dientes más de lo que a Layla le hubiera gustado. La hembra le extendió la mano.

—Será mi placer apalizarte… compañera.

Esto iba a doler.

Citas Diarias de Lover Reborn


Un poco tarde, pero Ward ha empezado por fin con las citas diarias.

—Bien. Vamos, hijo —Tohr empujó a John en dirección a la SUV, preparado para cogerle del pelo corto si se veía obligado a ello—. Es hora de dar un pequeño paseo.

Tío, John estaba tan cabreado que podrías haber frito un huevo en su frente.

Hay. Que. Joderse. Tohr abrió la puerta del lado del pasajero y metió al luchador en el asiento delantero como si fuera una bolsa de viaje, o un set de palos de golf, o tal vez una bolsa de comida.

—¿Puedes ponerte el cinturón de seguridad como un chico grande... o debo hacerlo por ti?

11 mar 2012

Retratos Psicológicos | FASE I. Phury y Zsadist


Este mes nos toca analizar a dos Hermanos más. En esta ocasión, como no podía ser de otra manera, vamos a comparar a Phury y a Zsadist entre ellos. ¿Realmente son tan diferentes? ¿o se parecen más de lo que pensamos?

Para asignarles un adjetivo, tenéis que seguir el siguiente esquema:

Phury > (adjetivo)

Zsadist > (adjetivo)

Tenéis hasta el 18 de Marzo para proponer los adjetivos. Luego se elegirán tres adjetivos de todos los propuestos y a partir de ahí se hará el análisis.

8 mar 2012

V por Neï


Montaje, realizado por Neï, para Vane y su nuevo fic, Amantes Prohibidos, que podéis leer aquí

Nuevo logo y adelantos del capítulo 14 del fanfic de Neï


«Parecía haber perdido el conocimiento. Lo cogió por el brazo para zarandearlo levemente simplemente para soltarlo de un tirón y sacudir la mano siseando. Bien, bien, el puto ángel estaba ardiendo como si lo hubieran sacado de un horno. A eso debía deberse todo el humo que lo rodeaba. Pero si era así ¿cómo podía no estar muerto?

—Joder, así no puedo tomarle el pulso —masculló.

—Aparta —gruñó una voz tras él. Pocos segundos después la mano enguantada de V se cerraba en tormo a su hombro, quitándole de en medio. El Hermano se arrodilló junto a Lassiter y comenzó a descubrir su mano derecha».

****


«Layla sintió un sentimiento casi desconocido abrirse paso en su interior: ira. Quince minutos, quince minutos de mierda. Ése era el tiempo exacto que hacía que la hembra que tenía frente a ella sabía que el amor de su vida estaba bien no muerto en un callejón. Y no se le había pasado por la jodida cabeza decírselo, ni se había parado a pensar sobre cómo estaría ella. No le importaban un carajo los sentimientos de los demás.

—Puta egoísta —le gruñó lo suficientemente alto para que la oyera.

Una parte nueva en ella había tomado el control. Las hembras formaban parte de la vinculación y podían ser tan agresivas sobre sus machos como ellos mismos.

Xhex se paró en seco y le dirigió una mirada a medias entre la sorpresa y lo que prometía ser un cabreo monumental.

—¿Qué acabas de decir? —preguntó con tono amenazador».

5 mar 2012

Capítulo 4 de Lover Reborn


CUATRO


—¿Dónde demonios encuentran todos estos reclutas?—preguntó Qhuinn mientras daba una vuelta alrededor del lugar de la lucha, sus botas chapoteando en la sangre negra.

John apenas le escuchaba, aunque sus orejas funcionaban perfectamente. Ahora que los bastardos se habían marchado, permaneció junto a Tohr. El Hermano parecía haberse recuperado del inesperado golpe en los huevos que Xcor le había dado, pero aún estaba muuuuuy lejos de superarlo.

Tohr limpió las dagas negras en sus pantalones. Inspiró hondo. Y pareció conseguir salir de su agujero negro interior particular.

—Ah… es lo único que tiene sentido en Manhattan. Necesitan una población numerosa, con un montón de mala hierba en la periferia.

—¿Quién cojones es el Forelesser?

—Una mierdecilla de nada. Al menos eso fue lo último que supe.

—Justo el estilo del Omega.

—Pero inteligente.

Justo cuando John iba a ponerle fin a toda la mierda de la-Cenicienta-convirtiéndose-en-calabaza, su cabeza giró por sí misma.

—Más —gruñó Tohr.

Seh, pero ése no era el problema.

La shellan de John había salido a luchar a los callejones.

Instantáneamente, su mente quedó en blanco; tiró de la cisterna de su váter personal. ¿Qué demonios estaba haciendo ella aquí fuera? Estaba fuera de rotación. Debería estar en casa…

Cuando la peste a restrictor vivo llegó a su nariz, una profunda convicción interior se enraizó en su pecho: ella no debería estar ahí fuera en absoluto.

—Necesito coger mi abrigo —dijo Tohr—. Quédate aquí e iré contigo.

Ni. De. Coña.

En el instante en que Tohr se materializó de vuelta al puente, John salió disparado, sus shitkickers golpeando el asfalto mientras Qhuinn gritaba algo que acababa con: "¡chupapollas!"

Lo que fuera, a diferencia de las salvajes, locas y maníacas distracciones de Tohr, esto era importante.

John atajó por un callejón, se precipitó por una calle, saltó a través de dos filas de coches aparcados, tomó un giro…

Y allí estaba ella, su compañera, su amante, su vida, enfrentándose a un cuarteto de restrictores frente a un albergue abandonado… flanqueada por un enorme, boca-suelta y traidor rubio.

Rhage no debería haberla reclutado jamás. John había pedido refuerzos… y seguro como la mierda que no se había referido a Xhex. Y además luego les había dicho que se quedaran en casa, a petición de Tohr. Qué coño estaban…

—¡Ey! —les gritó Rhage animadamente, como si los estuviera invitando a una fiesta—. Había pensado que podíamos tomar algo de aire hoy en el hermooooooso Caldwell.

Seguro. Este era de esos momentos cuando ser mudo era una mierda.

Puto gilipollas…

Xhex giró la cabeza para mirarle… y fue entonces cuando pasó. Uno de los restrictores empuñaba un cuchillo y el hijoputa tenía buen brazo y mejor puntería: la hoja voló por el aire.

Hasta que se detuvo… en el pecho de Xhex.

Por segunda vez esa noche, John gritó sin hace ruido alguno.

Mientras se lanzaba hacia adelante, Xhex encaró al asesino, una expresión de ira endureciendo sus facciones. Sin perder un momento, cogió la empuñadura y se arrancó el arma del cuerpo… Pero ¿cuánto duraría su fuerza? Esa había sido una herida directa…

¡Jesucristo! Ella iba a intentar ocuparse de aquel bastardo. Incluso herida, iba a ir a por él con garras y dientes… e iba a conseguir que la mataran en el proceso.

El pensamiento que se formó inmediatamente en la mente de John fue que no quería ser como Tohr. No quería pasar por ese infierno en la Tierra.

No quería perder a Xhex esta noche, ni la de mañana, ni ninguna otra. Jamás.

Abriendo la boca, rugió con todo el aire que le quedaba en los pulmones. No fue consciente de que se había desmaterializado, pero estuvo sobre ese restrictor tan rápido que volviéndose un fantasma y re-materializándose era la única explicación. Aferrando la garganta de la cosa, lo levantó y cayó a peso junto con él. Cuando golpearon el suelo, le dio un cabezazo, destrozándole la nariz y probablemente rompiéndole un pómulo o la cuenca de un ojo.

Y no iba a detenerse ahí.

Mientras la sangre negra lo salpicaba entero, desnudó sus colmillos y rasgó la carne de su enemigo mientras lo sujetaba. Su instinto destructivo tan afinado y enfocado que hubiera continuado hasta estar masticando pavimento, pero entonces su lado racional le dedico un eh-qué-pasa.

Necesitaba valorar las heridas de Xhex.

Sacando una daga, levantó el brazo en alto y clavó los ojos en el asesino. O en lo que quedaba del lesser.

John enterró la hoja tan profunda y fuertemente que, después del flash y el desvanecimiento explosivo, necesitó tirar con las dos manos y el cuerpo entero para sacar el arma del asfalto. Mirando alrededor, oró para ver a Xhex…

Ella estaba más que en pie. Estaba con otro lesser del cuarteto, a pesar de que había una creciente mancha de color rojo en la parte delantera de su pecho y su brazo derecho colgaba laxo.

John estaba a punto de perder la cabeza.

Saltando, interpuso el cuerpo entre su compañera y el enemigo y cuando la empujó fuera del camino, recibió lo que iba dirigido a ella: un fuerte golpe con un bate de béisbol que hizo sonar su campana de la iglesia y perder momentáneamente el equilibrio.

Exactamente el tipo de cosa que habría derribado a Xhex y habría puesto un “ocupado” en su tumba.

Con un movimiento rápido, reestableció su equilibrio e intentó por segunda vez mandarlo a casa.

Un rápido golpe hacia delante y golpeó al lesser en la cara con su propio bate Louisville Slugger, dándole al no-muerto un segundo de muestra de sonidos en su cabeza. Luego llegó el momento de dominación.

—¡Qué cojones! —grito Xhex mientras él forzaba al asesino contra el suelo.

No era un buen momento para comunicarse, teniendo en cuenta que sus manos estaban cerradas alrededor de la garganta del lesser. Por otra parte, eso no iba a ayudarles para que ella supiese lo que estaba en su mente.

Con una rápida puñalada, John envió al asesino de vuelta con el Omega y se levantó. Su ojo izquierdo, el que había recibido el golpe del bate, estaba empezando a hincharse y podía sentir el latido de su corazón en la cara. Mientras tanto, Xhex seguía sangrando.

—No vuelvas a hacer eso por mí otra vez —dijo ella entre dientes.

Él quiso apuntarle con el dedo, pero si lo hacía, no podría hablar.

¡Pues no vuelvas a luchar cuando estés heridamente-herida!

Cristo, ni siquiera podía comunicarse, sus dedos se le enredaban entre las palabras.

—¡Estaba muy bien!

Estabas sangrando jodidamente…

—Es una herida superficial…

¡Entonces por qué no podías levantar el brazo!

Se acercaban el uno al otro, y no en el buen sentido, con las mandíbulas alzadas y los cuerpos encorvados agresivamente. Y cuando ella no le replicó, supo que había dado en el blanco –supo, también, que ella estaba sufriendo.

—Me cuido a mí misma, John Matthew —escupió—. No te necesito mirando sobre mi hombro porque sea una hembra.

Hubiese hecho lo mismo con uno de los Hermanos. Bueno, más o menos. Así que no empujes esa mierda feminista contra mí...

—¡¿Mierda feminista?!

Tú eres la única que está convirtiendo esto en algo acerca de tu sexo, no yo.

Sus ojos se estrecharon.

—Oh, por favor. Curiosamente, no estoy convencida. Si crees que mi posición es una maldita declaración política, te emparejaste con la maldita hembra equivocada.

¡No tiene nada que ver con que seas hembra!

—¡Una mierda que no!

Con esto último, ella inhaló profundamente, como si quisiera recordarle que su esencia de vinculación era tan fuerte que incluso eliminaba el hedor de toda la sangre de lesser que salpicaba su alrededor.

John enseñó los colmillos y movió las manos.

Tiene que ver con tu estupidez creando un lastre en el campo de batalla.

Xhex abrió la boca… pero, en vez de contrarrestar, lo miró.

De repente, cruzó el brazo sano sobre el pecho y se centró en su hombro izquierdo, moviendo lentamente la cabeza hacia atrás y hacia delante.

Como si ella no lamentase sólo lo que había pasado hacía un momento, sino haberle conocido a él en primer lugar.

John maldijo y se fue a pasear por ahí, sólo para descubrir que los demás en el callejón –y esos eran Tohr, Qhuinn, Rhage, Blaylock, Zsadist y Phury– habían estado viendo el show. Y mira por donde, que cada uno de los machos tenía una expresión que sugería que estaba realmente, verdaderamente, completamente y totalmente contento de que la última réplica de John no hubiera salido de su bocaza.

¿Os importa?, gesticuló con una mirada feroz.

En ese momento, el grupo comenzó a caminar alrededor, mirando hacia el cielo oscuro, hacia el pavimento, a través de las paredes de ladrillo del callejón. Murmullos masculinos flotaron sobre la brisa maloliente, como si estuvieran teniendo una convención de críticos de cine discutiendo sobre la última película que acababan de ver.

A él no le importaba lo que opinasen.

Y en ese momento de ira, tampoco le importaba lo que opinase Xhex.


De vuelta a la mansión de la Hermandad, No’One tenía el vestido de emparejamiento de su hija en los brazos… y un doggen se plantó delante de ella, impidiendo su búsqueda de la lavandería del segundo piso. En la guardilla era bienvenida; en la lavanderí, no.

—No —dijo nuevamente—. Me encargaré de ello.

—Señora, por favor, es una cosa sencilla para…

—Entonces, dejar que me encargue del vestido no será un problema para usted.

El doggen bajó el rostro en este momento, lo que era un milagro que él no tuviese que mirar hacia arriba para encontrarse con sus ojos.

—Quizá… me limitaré a comprobar que el Perlmutter superior…

—Y quizá debería decirle lo útil que será al mostrarme los suministros de limpieza… y lo mucho que apreciaré su excelente servicio.

A pesar de que la capucha estaba levantada y cubría su rostro, el doggen parecía evaluar su intención con suficiente claridad: ella no iba a moverse. Ni por este miembro del personal ni por cualquier otro. Su única opción era echársela sobre el hombro y llevársela –y eso nunca sucedería.

—Yo estoy…

—A punto de apartarse, ¿no es así?

—Y… sí, señora.

Ella inclinó la cabeza.

—Gracias.

—¿Podría tomar el…?

—¿Camino? Sí, por favor. Gracias.

Él no iba a llevar el vestido por ella. Ni iba a limpiarlo. O colgarlo. O devolvérselo.

Esto era entre su hija y ella.

Con el abatimiento digno de un náufrago, el sirviente se volvió y comenzó a caminar, avanzando por el largo pasillo que estaba lleno de hermosas estatuas de mármol de hombres en diferentes posturas. Luego, atravesó un par de puertas al final a la izquierda y cruzó otro conjunto de puertas.

En este punto, todo cambió. La alfombra en el piso de madera ya no era una Oriental, sino una simple y bien-aspirada de color crema. No había nada de arte en las prístinas paredes de color crema y los cristales no estaban cubiertos con grandes franjas de color con flecos y borlas, sino con unas de algodón del mismo color pálido.

Habían entrado en la parte del servicio de la mansión.

La yuxtaposición había sido la misma en la mansión de su padre: una calidad para la familia. Otra calidad para el personal.

O por lo menos había oído que era así. Ella nunca había ido a la parte de atrás de la casa cuando había vivido allí.

—Esto debería ser… —el doggen abrió el par de puertas—, todo lo que usted busca.

La habitación era del tamaño de la suite que había tenido en la propiedad de su padre, grande y espaciosa. Salvo que no había ventanas. Ni una cama grande con un set de muebles hechos a mano. Ni alfombras de encaje de aguja en tonos melocotones, amarillos y rojos. Ni armarios llenos de la moda de París ni joyas en los cajones ni cintas para el pelo en las cestas.

Aquí era donde pertenecía ahora. Especialmente cuando el doggen le describió los diversos artefactos blancos como lavadoras, secadoras y, a continuación, le detalló el funcionamiento del planchado y la plancha.

Sí, los cuartos del servicio en lugar de las habitaciones para invitados eran su hogar y así había sido siempre desde que ella… se encontró en un lugar diferente.

De hecho, si pudiera convencer a alguien, a cualquiera, de que le dejara tener una habitación en esta parte de la mansión, lo preferiría. Por desgracia, sin embargo, como madre de la shellan de uno de los guerreros principales de la casa, se le concedía un privilegio que no merecía.

El doggen empezó a abrir armarios y aparadores, mostrando toda una serie de artículos y mezclas que eran descritos de diversas maneras como abrillantadores y quitamanchas y planchadores…

Cuando se completó el tour, ella se acercó y levantó con torpeza su pie bueno para enganchar la parte de arriba de la percha a un colgador.

—¿Hay alguna macha de la que tenga conocimiento? —preguntó el doggen cuando ella apartó la funda que cubría el vestido.

No’One procedió a revisar cada centímetro cuadrado de la parte inferior, el corpiño y las mangas.

—Esto es lo único que puedo ver —se agachó con cuidado para no poner mucho peso sobre su pierna débil—. Aquí, donde el borde toca el suelo.

El doggen hizo lo mismo e inspeccionó el leve oscurecimiento de la tela, sus pálidas manos seguras, su ceño fruncido por la concentración en vez de por la confusión.

—Sí, creo que un lavado a mano.

La llevó al otro lado de la habitación y le describió un proceso que le iba a llevar fácilmente unas horas. Perfecto. Y antes de que ella permitiese que se marchara, le instó a quedarse a su lado durante el primer par de tratamientos. Como esto le hizo sentir útil, jugó a favor de los dos.

—Creo que estoy lista para continuar por mi cuenta —dijo ella finalmente.

—Muy bien señora —él hizo una reverencia y sonrió—. Iré abajo e intentaré preparar la Última Comida. Si necesita algo, por favor, llámeme.

De lo que había aprendido desde su llegada, eso requeriría un telefono…

—Aquí —dijo—. Pulse “asterisco” y “uno” y pregunta por mí, Greenly.

—Ha sido de gran ayuda.

Le echó una rápida mirada, no quería verlo inclinarse ante ella. Y no respiró profundamente hasta que la puerta se cerró detrás de él.

Sola ahora, se puso las manos en las caderas y las dejó ahí un momento, la presión en el pecho le hacía difícil llenar sus pulmones.

Cuando llegó aquí, había esperado luchar… y lo había hecho, sólo que no contra las cosas que había previsto.

No había considerado lo difícil que sería vivir en una casa aristocrática. La casa de la Primera Familia, de hecho. Al menos cuando había estado con las Elegidas, había tenido otros ritmos y reglas, sin nadie por debajo de ella. ¿Aquí? Las personas de noble posición sobre ella le cortaba el oxigeno la mayor parte del tiempo.

Queridísima Virgen Escribana, quizá ella debería haberle preguntado al sirviente para quedarse. Por lo menos la innata necesidad de compostura le había dado un golpe en las costillas. Sin nadie de quien esconderse, sin embargo, luchó por recuperar el aliento.

Iba a tener que bajarse el manto.

Cojeando hacia la puerta, fue a cerrarla, pero no encontró ningún pestillo. No era lo que esperaba.

Abriendo un poco la puerta, sacó la cabeza y comprobó el largo pasillo.

Todos los criados debían de estar en la planta baja preparando la comida para la gente de la casa. Aún más significativo, no había manera de que alguien, a parte de los doggens, estuviesen en esta parte de la mansión.

Ella estaba a salvo de otros ojos.

Volviendo dentro de nuevo, aflojó la cinta que le rodeaba la cintura, se quitó la capucha de la cabeza y luego se despojó del peso que llevaba siempre que estaba en público. Ah, glorioso alivio. Levantando los brazos, estiró los hombros y la espalda. Luego movió el cuello de un lado a otro. Su última atención fue para levantar la pesada trenza de sus cabellos y ponerla sobre el hombro para aliviar un poco el tirón en la nuca.

Salvo por la primera noche que había llegado a la casa y se había enfrentado con su hija –así como con el Hermano que había tratado de salvar su vida hacía mucho tiempo–, nadie había visto sus rasgos. Y nadie lo haría de ahora en adelante. Desde esa breve revelación, ella había permanecido cubierta e iba a permanecer de esa manera.

El comprobante de identidad había sido un mal necesario.

Como siempre, llevaba debajo de su túnica una simple camisola de hilo que ella misma se había hecho. Tenía varias y, cuando se desgastaban demasiado, las reciclaba como toallas y se secaba con ellas. No estaba segura de dónde iba a encontrar la tela para reemplazarlas aquí, pero eso no sería un problema. Con el fin de recuperarse para no tener que alimentarse, iba regularmente al Otro Lado, así que podría conseguir lo que necesitaba entonces.

4 mar 2012

Cita nº8.


"—Toma lo que hay dentro de mí. Yo sé que no soy todo lo bueno que tú te mereces, pero úsame de cualquier modo...".

Butch a Marissa en Amante Confeso, capítulo 23, p. 257

3 mar 2012

Capítulo 3 de Lover Reborn


TRES


De vuelta al centro de Caldwell, Tohr ignoró el frío y los dolores, así como el agotamiento que le acosaba y perseguía una vez más: el olor a sangra fresca de lesser zumbó a través de él, como la cocaína en su sistema, y le dio fuerzas para seguir adelante.

Detrás de él, escuchaba a los otros dos muy cerca y sabía que no iban a buscar al enemigo –pero buena puta suerte tratando de llevarlo de vuelta a la mansión. El amanecer era la única cosa que podría conseguirlo.

Además, cuánto más se agotase, mayor probabilidad tenía en realidad de dormir durante una o dos horas.

Cuando giró la esquina de un callejón, sus shitkickers derraparon al detenerse. Frente a él, siete lessers estaban rodeando a un par de luchadores, pero los del centro no eran ni Z y Phury, ni V y Butch, ni Blaylock y Rhage.

El de la izquierda tenía en las manos una guadaña. Una guadaña enorme y tremendamente afilada.

—Hijo de puta –murmuró Tohr.

El macho con la hoja curva tenía los pies plantados en la acera como si fuera un dios, con el arma a punto y una sonrisa de anticipación en su fea cara, como si estuviera a punto de sentarse frente a un banquete. Junto a él, había un vampiro que Tohr hacía eones que no veía y que no se parecía nada al tipo que una vez había conocido en el Viejo Continente.

Parecía que Throe, hijo de Throe, había caído en malas compañías.

John y Qhuinn se detuvieron a ambos lados de él y el segundo estudió con la mirada al de la guadaña.

—Dime que no es nuestro nuevo vecino.

—Xcor.

—¿Nació con esa jeta o alguien se lo hizo?

—Quién sabe.

—Bueno, si se supone que es por una rinoplastia, necesita un cirujano plástico nuevo.

Tohr miró a John.

—Llama para que no vengan.

¿Perdona?, señaló el chico.

—Sé que has enviado un mensaje a los Hermanos que están en la casa. Diles que fue un error. Ahora mismo –cuando John empezó a discutir, cortó la conversación—. ¿Quieres que haya una guerra aquí? Viene la Hermandad, él les dice cabrones y, de repente, nos encontramos en un lío sin ningún tipo de estrategia. Vamos a encargarnos de esto por nosotros mismos… Lo digo jodidamente en serio, John. Me he ocupado de estos muchachos antes. Tú no.

Cuando la dura mirada de John se encontró con la suya propia, Tohr tuvo la sensación, como siempre, de que ellos habían estado juntos en situaciones como éstas hacía tiempo, mucho más que tan sólo los últimos meses.

—Tienes que confiar en mí, hijo.

La respuesta de John fue modular una maldición, coger el móvil y empezar a golpear las teclas.

Y en ese momento, Xcor se dio cuenta de que había visita. A pesar del número de lessers que tenía frente a él, se echó a reír.

—Son los Hermanitos de la Daga Negra… y justo a tiempo para salvarnos. ¿Queréis que nos arrodillemos?

Los asesinos se volvieron… gran error. Xcor no perdió ni un momento, con un barrido giratorio golpeó a dos de ellos en la parte baja de la espalda. Ése fue su golpe libre. Cuando el par cayó al suelo, los otros se dividieron en dos bandos: uno para Xcor y Throe, otro para Tohr y sus chicos.

Tohr soltó un rugido y se lanzó al ataque con sus propias manos, saltando hacia delante y bloqueando al primer asesino que alcanzó. Fue a por la cabeza, agarrándola fuerte, y le golpeó con su rodilla, partiéndole la cara al cabrón. Luego se la giró y lanzó el cuerpo laxo al lado de un contenedor de basura.

Cuando el sonido se desvaneció, Tohr se enfrentó con el siguiente. Hubiese preferido seguir con los puños, pero no iba a joderse: en el otro extremo del callejón, siete novatos más caían, como serpientes de un árbol, frente a la valla de alambre.

Sacó los puñales, asentó sus botas en el pavimento y pensó en una estrategia ofensiva para los recién llegados. Tío… podías decir lo que quisieras sobre la ética de Xcor, sus habilidades sociales y su idoneidad para GQ, pero el hijoputa sabía luchar. Balanceaba la guadaña como si pesara menos de medio kilo y tenía la habilidad de golpear a distancia –partes de lesser volaban por todas partes, unas manos, una cabeza, un brazo. El cabrón era increíblemente eficaz y Throe tampoco era un incompetente.

Contra todo pronóstico, y la elección de cualquiera de ellos, Tohr y su equipo cayeron en una sincronía con los bastardos: Xcor conducía la primera ronda al final del callejón, mientras su lugarteniente mantenía la segunda ola en su lugar, cerrándoles el paso. Después Tohr, John y Qhuinn se encargaban de la marea, uno por uno los otros asesinos eran enviados a los brutalmente heridos.

Aunque al principio había sido una exhibición, ahora se trataba de trabajar. Xcor no estaba haciendo ningún movimiento llamativo con su ancha hoja; Throe no estaba yendo de un lado a otro; John y Qhuinn estaban imparables.

Y Tohr estaba inmerso en la venganza.

Éstos no eran más que nuevos reclutas, por lo tanto no estaban ofreciendo mucha competencia. La cantidad, sin embargo, era tal que podría llegar a convertirse en…

Un tercer escuadrón apareció por encima de la valla.

Cuando aterrizaron uno tras otro en el pavimento, Tohr lamentó su orden a John. Que había sido por venganza. A la puta mierda lo de evitar el enfrentamiento entre la HDN y la Banda de Bastardos; lo que él había querido era guardarse los lessers para sí mismo. ¿El resultado? Había puesto a John y a Qhuinn en peligro. Xcor y Throe… ellos podían morir esta noche, mañana, dentro de un año, le daba igual. Y en cuanto a sí mismo… bueno, se puede saltar de un puente de mil formas distintas.

¿Pero sus chicos…? Merecían vivir. John era el hellren de alguien ahora. Y Qhuinn tenía toda la vida por delante.

No era justo que por su deseo de matar los pusiese demasiado pronto en la tumba.


Xcor, hijo de padre desconocido, tenía a su amante en las manos. Su guadaña era la única con la que había estado y esta noche, mientras se enfrentaba contra lo que había comenzado con siete enemigos, que habían aumentado a catorce, y luego a veintiuno, ella le estaba pagando su lealtad con un rendimiento sin precedentes.

Mientras avanzaban juntos, ella era una extensión de sus brazos. No era un soldado con un arma; unidos, ambos eran una bestia con mandíbulas poderosas. Y mientras luchaban, sabía que esto era lo que había echado en falta. Ésta era la razón por la que había cruzado el océano hasta el Nuevo Mundo: encontrar una nueva vida en una nueva tierra en la que todavía había un montón de viejos enemigos que merecían la pena.

A su llegada, sin embargo, sus ambiciones habían identificado una meta aún más alta. Y eso significaba que los otros vampiros del callejón estaban en su camino.

En el extremo opuesto del callejón, Tohrment, hijo de Hharm, era algo digno de ver. Por mucho que Xcor odiara admitirlo, el Hermano era un luchador increíble, esas dagas negras que se movían capturando la luz ambiente, esos brazos y esas piernas que cambiaban de posición tan rápido como un latido, ese equilibrio y ejecución… Pura perfección.

Si hubiese sido uno de los hombres de Xcor, el Hermano podría haber tenido que ser asesinado para que Xcor conservase su posición privilegiada: era un principio básico de liderazgo el que se eliminase a aquellos que presentaban un desafío potencial a la posición de uno… aunque eso no significaba que su banda estuviese formada por incompetente –después de todo, se tenía que eliminar a los débiles también.

El Sanguinario le había enseñado eso y mucho más.

Por lo menos algunas cosas habían demostrado no ser mentira.

Sin embargo nunca habría un lugar para alguien como Tohrment en su Banda de Bastardos: ese Hermano y los suyos no se ganaban la comida, mucho menos cualquier asociación profesional.

Aunque esa noche por poco tiempo estaban luchando unidos. Mientras la pelea avanzaba, Throe y él terminaron cooperando con los Hermanos, mandándoles lessers en pequeños grupos, que eran devueltos al Omega por los otros tres.

Dos Hermanos, o candidatos a la Hermandad, estaban con Tohr, y ambos eran más grandes que él. De hecho, Tohrment, hijo de Hharm, no estaba tan ancho como lo había sido. ¿Quizá se estaba recuperando de una lesión reciente? No importaba la causa, Tohr había elegido sabiamente a los que le respaldaban. El de la derecha era un macho enorme, del tamaño que demostraba que el programa de reproducción de la Virgen Escribana había tenido éxito. El otro era más esbelto y vertical que Xcor y sus hombres –eso no quería decir que fuese pequeño. Ambos luchaban sin problemas ni vacilación, sin mostrar miedo.

Cuando finalmente terminaron, Xcor respiraba con dificultad y sentía los antebrazos y los bíceps entumecidos por el esfuerzo. Todos los que tenían colmillos estaban de pie. Todos los que tenían sangre negra en las venas se habían ido, enviados de vuelta a su malvado creador.

Los cinco permanecieron en sus posiciones, las armas todavía en la mano mientras jadeaban y buscaban con los ojos bien abiertos cualquier signo de agresión del otro lado.

Xcor le echó una mirada a Throe y asintió muy ligeramente. Si habían llamados a otros de la Hermandad, no saldrían vivos de ese enfrentamiento. ¿Si estos tres atacaban? Él y su soldado tenían una oportunidad, pero habría heridos.

No había venido a Caldwell a morir. Había venido para ser rey.

—A pesar de todo fue un placer verte de nuevo, Torhment, hijo de Hhamn –anunció.

—¿Te despides tan pronto? —respondió el Hermano.

—¿Crees que voy a inclinarme ante ti?

—No, eso requeriría de clase.

Xcor sonrió fríamente, enseñando los colmillos mientras éstos se alargaban. Su carácter recibió un jaque mate por parte de su autocontrol –y el que él ya hubiese empezado a trabajar en la glymera…

—A diferencia de la Hermandad, nosotros los humildes soldados realmente trabajamos durante la noche. Así que en vez de besar el anillo de la anticuada tradición, vamos a buscar y a eliminar más enemigos.

—Sé por qué estás aquí, Xcor.

—¿Lo sabes? ¿Lees la mente?

—Vas a conseguir que te maten.

—En efecto. O quién sabe si tal vez será al revés.

Tohrment meneó la cabeza lentamente.

—Considera esto como una advertencia amistosa. Vete por donde has venido antes de caminar directamente hacia una muerte prematura.

—Me gusta donde estoy. El aire es fresco en este lado del océano. Por cierto, ¿cómo está tu shellan?

La fría oleada que se levantó era lo que quería: había oído enrevesados rumores sobre que la hembra Wellesandra había sido asesinada hacía un tiempo en la guerra y él era capaz de utilizar cualquier arma que tenía para deshacerse del enemigo.

Y el disparo fue bueno. Inmediatamente, los armarios roperos a cada lado del Hermano se adelantaron y lo sujetaron. Pero no habría pelea o discusión. No esta vez.

Xcor y Throe se desmaterializaron, dispersándose en la fría noche de primavera. No estaba preocupado por si le seguían. Ese par iba a asegurarse de que Tohr estuviese bien, lo que significaba que iban a disuadirlo de un impulso airado y no-pensado que podría posiblemente provocar una emboscada.

Ellos no tenían forma de saber que él no podría acceder al resto de sus tropas.

Throe y él recuperaron su forma en la parte superior del rascacielos más alto de la ciudad. Sus soldados y él siempre habían tenido un punto de encuentro para que la banda pudiese reunirse de vez en cuando durante la noche, y esta torre de la azotea no sólo era fácilmente visible desde todos los cuadrantes del campo de batalla; parecía acertada.

A Xcor le gustaba la vista desde lo alto.

—Necesitamos móviles –dijo Throe por encima del estruendo del viento.

—¿Los necesitamos?

—Ellos tienen.

—¿Te refieres al enemigo?

—Sí. Ambos —cuando Xcor no dijo nada, su mano derecha murmuró—: Ellos tienes formas de comunicación…

—Que nosotros no requerimos. Si te permites confiar en esas cosas, se convierten en un arma contra ti. Lo hemos hecho muy bien sin dicha tecnología desde hace siglos.

—Y ésta es una nueva era en un nuevo lugar. Las cosas son diferentes aquí.

Xcor miró por encima de su hombro, perdiendo la panorámica de la ciudad, para mirar a su segundo al mando. Throe, hijo de Throe, era un buen ejemplo de cuna, unos rasgos perfectos y un cuerpo magnífico que, gracias a las lecciones de Xcor, ahora ya no era meramente decorativo, sino también útil: lo cierto era que había crecido mucho durante los años, finalmente se había ganado el derecho de llamarse a sí mismo macho.

Xcor sonrió friamente.

—Si las tácticas y los métodos de los Hermanos son tan buenos, ¿por qué fue asaltada la Raza?

—Las cosas suceden.

—Y a veces son resultado de un error fatal —Xcor volvió a examinar la ciudad—. Podrías considerar la facilidad con que dicho error puede producirse.

—Sólo estoy diciendo…

—Éste es el problema con la glymera: siempre buscan el camino fácil. Pensé que había sacudido esa tendencia de ti hace años. ¿Necesitas que te lo refresque?

Cuando Throe cerró la jodida boca, Xcor sonrió más ampliamente.

Centrándose en la panorámica de Caldwell, supo que, aunque la noche fuese oscura, su futuro era realmente brillante.

Y lo pavimentaría con los cuerpos de la Hermandad.

*Nota: nuevamente pido disculpas de antemano por cualquier error.

2 mar 2012

Capítulo 2 de Lover Reborn


DOS


—Tómate algo de tiempo libre… relájate… disfruta…

Mientras Xhex le mascullaba a un corrillo de muebles antiguos, salía de la habitación y entraba en el baño. Y volvía a la habitación. Y… de nuevo a mármol-landia.

En el baño, que ahora compartía con John, se paró frente al profundo jacuzzi. Junto a los grifos de latón había una bandeja plateada con todo tipo de lociones, pociones y toda-esa-mierda-femenina. Y eso no era ni la mitad del asunto. ¿Justo junto a los lavamanos? Otra bandeja, ésta llena de perfumes Chanel: Cristalle, Coco, No. 5, Coco Mademoiselle. También había una fina canasta de mimbre con cepillos, algunos con cedras cortas, otros puntiagudas o mierda de metal. ¿Y en los armarios? Había esmaltes de uñas OPI en suficientes variaciones de rosa de mierda como para provocarle una hemorragia nasal a Barbie. Así como quince marcas diferentes de mousse, gel y espray para el pelo.

¿En serio?

Y mejor no empezaba con todo ese maquillaje.

¿Quién demonios pensaban que se había mudado? ¿Una de esas gilipollas tipo Kardashian?

Y sobre eso… Cristo, no podía creer que ahora conociera a Kim, Kourtney, Khloe, Kris; el hermano, Rob; el padrastro, Bruce; las hermanas pequeñas Kendall y Kylie; y los esposos y novios varios, y ese crío Mason…

Encontrando sus propios ojos en el espejo, pensó: Bueno, no era todo esto interesante. ¡Se las había arreglado para volarse sus propios sesos con la E! Televisión de Entretenimiento.

Desde luego era menos sucio que decapitarse y los resultados eran los mismos.

—Esa mierda debería venir con una etiqueta de advertencia.

Mientras miraba fijamente su reflejo, reconoció el pelo negro rapado, la piel pálida y el cuerpo duro. Las uñas cortas. La ausencia absoluta maquillaje, incluso llevaba puesta su propia rosa, la camiseta negra pegada y pantalones de cuero, un uniforme que se había puesto cada noche durante años.

Bueno, a excepción de unas tardes atrás. Entonces había llevado puesto algo totalmente diferente.

Puede que ese vestido fuera la razón por la que todas estas cosas habían aparecido de la nada justo después de la ceremonia de emparejamiento. Friz y los doggen debían haber asumido que había pasado página. Eso, o todo esto tan solo era parte del bagaje estándar de la shellan recién emparejada.

Dándose la vuelta, se llevó las manos a la base de la garganta hacía el gran diamante cuadrado que John le había comprado. Engarzado en robusto platino, era la única joya que podía imaginarse llevando alguna vez: duro, sólido, capaz de aguantar una buena pelea sin despegarse de su cuerpo.

En este nuevo mundo de Paul Mitchell, Bed Head y la mierda apestosa de Coco, John aún sabía cómo era ella. ¿Por lo que se refería al resto de ellos? ¿Podías decir “educación”? No era la primera vez que tenía que hacer de profesora de un puñado de machos que pensaban que porque tenías pecho pertenecías a una jaula dorada. ¿Y si alguien intentaba convertirla en una pava de la glymera? Simplemente serraría los barrotes dorados, pondría una bomba en la base y luego colgaría los restos de una de las arañas del vestíbulo.

Dirigiéndose a la habitación, abrió el armario y sacó el vestido rojo que había llevado en la ceremonia. El único vestido que se había puesto en su vida… y tenía que admitir que había disfrutado de la manera en que John se lo había quitado con los dientes. Y sí, claro, las noches holgazaneando había estado bien… el primer descanso que había tenido jamás. Todo lo que habían hecho había sido tener sexo, alimentarse el uno del otro, comer comida deliciosa y repetirlo todo con algunos momentos de sueño.

Pero ahora John había vuelto al campo de batalla… mientras que ella no volvería hasta mañana por la noche.

Solo eran 24 horas, un retraso, no un punto muerto.

¿Entonces qué demonios era el problema?

A lo mejor toda la mierda femenina estaba gatillando a su zorra interior sin ninguna razón de peso. No estaba acorralada, nadie la estaba obligando a cambiar, y todo el rollo del vestido había sido su puñetera culpa. ¿En lo que se refería al asunto de la belleza? Los doggen solo estaban intentando ser amables, en la única manera que conocían.

No es que hubiera muchas hembras como ella. Y no lo decía sólo por ser medio sympahth

Frunciendo el ceño, giró la cabeza.

Dejando que el satín cayera de sus manos, captó el mapa emocional que se encontraba fuera en el pasillo.

Con sus sentidos sympahth, la estructura de dolor, pérdida y vergüenza era tan real como cualquier edificio cerca del que pudieras pasar, mirar o caminar. Desafortunadamente, en este caso, no había manera de reparar el daño de sus cimientos, o el agujero en el techo, o el hecho de que el sistema eléctrico ya no funcionaba. Incluso aunque experimentaba las emociones de las personas como si fueran una casa privada, no había trabajadores subcontratados que vinieran a reparar lo que estaba mal. Los dueños tenían que hacer sus propias mejoras sobre lo que estaba roto, nadie más podía hacerlo por ellos.

Mientras salía hacia el vestíbulo de las estatuas, Xhex sintió un temblor recorrer su propia casita. Pero bueno, la figura de la túnica que cojeaba frente a ella era su madre.

Dios, aún se sentía rara al decir eso, incluso si solo era en su cabeza… y no se aplicaba en tantos niveles, ¿no?

Se aclaró la garganta.

—Buenas noche… ah…

Soltar un mahmen, mamá o mami no sonaba bien. No'One, el nombre que se había dado la hembra, tampoco. Pero ¿cómo llamabas a alguien que había sido abducida por un sympahth, forzada a concebir y después obligada por la biología a cargar con el resultado de la tortura?

Nombre y apellido: Lo Siento.

Mientras No'One se movía nerviosamente, la capucha que cubría su rostro se mantenía en su lugar.

—Buenas noches, ¿cómo te encuentras?

El inglés sonaba inseguro en labios de su madre, sugiriendo que la hembra se hubiera manejado mejor hablando en el Idioma Antiguo. Y la reverencia que le dedicó, totalmente innecesaria, estaba algo inclinada hacia un lado, probablemente por la herida que fuera que causó su andar desigual.

La esencia que emanaba no tenía nada que ver con Chanel. A menos que recientemente le hubieran añadido un toque de Tragedia.

—Estoy bien —mejor intenta con inquita y aburrida—. ¿A dónde vas?

—A recoger el salón.

Xhex se guardó su gesto de no-vayas-ahí. Fritz no dejaba a nadie que no fueran los otros doggen levantar un solo dedo en la mansión… y No'One que, a pesar de que había venido para atender a Payne, estaba alojada en una de las habitaciones de invitados, comiendo en la misma mesa que los Hermanos y era aceptada como la madre de una de las shellans… no entraba en la categoría de sirvienta de ninguna manera.

—Seh, ah… Te gustaría… —¿hacer qué? Se preguntó Xhex. ¿Qué podían ellas dos hacer juntas? Ella era una guerrera, su madre… un fantasma con sustancia. No es que tuvieran mucho en común.

—Está bien —dijo No'One con gentileza—. Estos momentos son incómodos…

Resonaron truenos en el vestíbulo, justo como si se hubieran formado nubes, relámpagos y hubiera empezado a llover a cántaros. Mientras No'One retrocedía, Xhex miró por encima de su hombro. ¿Qué cojones era…

Rhage, conocido como Hollywood, conocido como el Hermano más grande y bello, prácticamente saltó hasta la barandilla del segundo piso. Al aterrizar, su cabeza giró hacia ella, sus ojos neón en llamas.

—John Matthew llamó. Se ha liado parda en el muelle. Coge tus armas, nos vemos en la puerta principal en diez minutos.


—De puta madre —siseó Xhex, se dio la vuelta y dio una palmada.

Cuando volvió a dirigirse a su madre, la hembra estaba temblando, e intentando que no se le notara.

—Está bien —dijo Xhex—. Soy buena luchando. No van a hacerme daño.

Bonitas palabras. Excepto que eso no era de lo que la hembra estaba preocupada, ¿verdad?: su mapa emocional mostraba miedo… de Xhex.

Duh. Teniendo en cuenta que era una symphath mestiza es obvio que No'One siempre pensaría en “peligrosa” antes que en “hija”.

—Te dejaré a solas —dijo Xhex—, no te preocupes.

Mientras trotaba de vuelta a su dormitorio, no podía ignorar el hecho de que su pecho la estaba matando. Pero bueno, había otras cosas que no podía ignorar. Su madre no la había querido en su vida.

Y aún no lo hacía.

Pero quién podía culparla.

***


Por debajo del borde de la capucha de su túnica, No'One observó a la alta, fuerte y despiadada hembra a la que había dado a luz apresurarse a luchar contra el enemigo.

Xhexania no parecía inmutarse ante la idea de que estaría enfrentándose a un peligroso restrictor. De hecho, esa expresión de satisfacción que había cruzado su rostro ante la orden del Hermano sugería que lo disfrutaría.

Las rodillas de No'One fallaron mientras pensaba sobre lo que había traído al mundo, esta hembra con poder en sus miembros y venganza en su corazón. Ninguna hembra de la glymera respondería de esa manera, pero bueno, nunca se les preguntaría tampoco.

Sin embargo, el sympahth estaba en su hija.

Querida Virgen Escriba…

Y aún así, mientras Xhexania se daba la vuelta, había escondido una expresión rápidamente.

No'One se apresuró a seguirla, cojeando pasillo abajo hasta la habitación de su hija. Cuando llegó a la pesada puerta, tocó suavemente.

—Ey.

—Lo siento.

No hubo ninguna reacción. Eso decía bastante.

—¿Por qué?

—Sé lo que es que tus padres no te quieran. No quiero que tú…

—Está bien —Xhexania se encogió de hombros—. No es como si no supiera de dónde vienes.

—Yo…

—Escucha, tengo que prepararme. Pasa si quieres, pero estás sobre aviso: no voy a vestirme para tomar el té.

No’One dudó un momento en el umbral. Dentro, estaba claro que la habitación se usaba bien. La cama estaba revuelta, había pantalones de cuero encima de sillas, dos pares de botas en el suelo, un par de vasos de vino en una mesita cerca de un diván. Por todas partes la esencia de vinculación de un macho hecho y derecho, oscura y sensual, permanecía en el aire.

Permanecía en la propia Xhexania.

Hubo una serie de clics y No'One miró más allá de la puerta. En el armario, Xhexania estaba arreglando algún tipo de arma con muy mal aspecto. Era totalmente competente, deslizándola en una funda bajo su brazo y luego sacando otra. Y luego estaban las balas y el cuchillo…

—No vas a sentirte mejor acerca de mí solo por quedarte ahí parada.

—No he venido por mí.

Eso hizo que sus manos pararan…

—¿Por qué entonces?

—Vi la expresión en tu cara. No quiero eso para ti.

Xhexania alcanzó una chaqueta de cuero y maldijo mientras se ponía la cosa.

—Mira, mejor no finjamos que ninguna de las dos quería que naciera, ¿vale? Te absuelvo, me absuelvo, fuimos las víctimas, blah, blah, blah. Tenemos que dejar eso claro y seguir adelante, cada una por su camino.

—¿Estás segura de que eso es lo que quieres?

La hembra se quedó de piedra, luego entrecerró los ojos.

—Sé lo que hiciste. La noche de mi nacimiento.

No'One dio un paso atrás.

—¿Cómo…

Xhexania se señaló el pecho.

—Sympahth, ¿recuerdas? —la guerrera se acercó, su paso como el de un depredador—. Eso significa que veo dentro de la gente… así que puedo sentir el miedo que tienes ahora. Y los remordimientos. Y el dolor. Ahí de pie frente a mí es como si estuvieras de vuelta al momento en que todo pasó… y sí, sé que preferiste enterrarte una daga en el vientre antes que tener que afrontar un futuro conmigo. Así que, como dije, ¿por qué simplemente no nos ignoramos y nos ahorramos todo el lío?

No'One alzó su barbilla.

—Desde luego, eres una mestiza.

Unas cejas oscuras se alzaron.

—¿Perdona?

—Solo sientes una porción de lo que siento por ti. O quizás es que no deseas reconocer, por razones que te son propias, que pueda preocuparme por ti.

A pesar de que la hembra estaba armada hasta los dientes, de repente parecía vulnerable.

—No sesgues posibles caminos para nosotras tu feroz auto-protección —susurró No'One—. No tenemos que forzar la cercanía si no está ahí, pero no le impidamos florecer si queda alguna oportunidad. Quizás… quizás podrías decirme si hay alguna manera, por pequeña que sea, en que pudiera ayudarte esta noche. Podemos comenzar así… y ver cómo va desarrollándose.

Xhexanía comenzó a pasearse por la habitación, su duro cuerpo parecido al de un macho, su atuendo parecido al de un macho, su energía masculina. Paró cuando estaba en frente del armario y, tras un momento, dejó entrever las faldas del vestido rojo que Tohrment le había dado para la noche de su emparejamiento.

—¿Has limpiado el satén? —preguntó No'One—. No es que esté sugiriendo que lo hayas manchado, pero la tela delicada tiene que tratarse con cuidado para ser preservada.

—No tendría ni idea de cómo hacer eso.

—¿Me permitirías hacerlo por ti?

—Estará bien…

—Por favor, permíteme.

Xhexania la miró y en voz baja dijo:

—¿Por qué, en el nombre de Dios, querrías hacer eso?

La verdad era tan simple como cuatro palabras. Tan compleja como todo un idioma.

—Eres mi hija.

*Nota: un GRACIAS enorme a Neï, que se ha encargado de traducir este capítulo

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